A nivel mundial, la agricultura depende principalmente de los recursos fósiles para cubrir la mayor parte de sus necesidades energéticas y apoyar la productividad agrícola, tanto en la producción de cultivos en campo abierto como en las construcciones agrícolas de ambiente controlado. El elevado uso de combustibles fósiles y el deterioro de los sumideros naturales de carbono se han relacionado con el impacto antropogénico causante del cambio climático.
La industria y las entidades de investigación han desarrollado nuevas tecnologías y estrategias libres de energía fósil (FEFTS) relacionadas con la producción y el uso de energía más sostenible. Sin embargo, en el sector agrícola sigue existiendo una importante brecha entre estos desarrollos y la adopción y uso real de las herramientas y prácticas disponibles por parte de los agricultores de la UE, especialmente para este gran número de pequeños y medianos productores con acceso limitado a la información.